jueves, 13 de noviembre de 2014

No estamos en ignorancia de [los] designios [de Satanás] (2 Cor. 2:11).

Satanás no tiene por qué agarrarnos desprevenidos, pues “no estamos en ignorancia de sus designios”. Si le pedimos a Jehová sabiduría para afrontar los problemas, el Diablo no podrá entramparnos (Sant. 1:5). Para que Jehová nos conteste, debemos obrar en armonía con nuestras oraciones estudiando su Palabra y poniendo en práctica lo que aprendemos. Las publicaciones del esclavo fiel y discreto nos señalan con claridad cuáles son las trampas diabólicas y nos enseñan a evitarlas. Cuando oramos y estudiamos la Biblia, aprendemos a amar lo bueno y —no menos importante— a odiar lo malo (Sal. 97:10). También nos ayuda mucho reflexionar en las consecuencias de entregarnos a los malos deseos (Sant. 1:14, 15). Así, los señuelos de Satanás no nos resultan tentadores, sino repulsivos. ¡Qué agradecidos estamos de que Jehová nos ayude a evitar las artimañas de Satanás! (Mat. 6:13.)

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Salvos por Gracia, un regalo divino

Leer | Efesios 2.1-10
¿Por qué razón tantos que han puesto su fe en Jesucristo se sienten derrotados? Puede ser porque no han llegado a entender, por completo, lo que sucedió cuando fueron salvos. O porque quizás, estén tratando de entender lo que significa ser salvos de verdad.

Desde la perspectiva de Dios, antes de que confiáramos en Cristo como nuestro Señor y Salvador, estábamos muertos en nuestros pecados (Ef 2.5), bajo su ira (Jn 3.36), y condenados a la separación eterna de Él (Ap 20.15). Nos veía como personas que merecían la condenación, y cuyos esfuerzos eran inútiles contra la ira divina —como rebeldes incapaces de volvernos a Él, de no ser por la obra del Espíritu Santo.
Dios nos veía como desvalidos e irremediablemente perdidos. Era evidente que se necesitaba algo superior a nosotros para hacernos aceptables a sus ojos. Y Dios nos amó tanto que estuvo dispuesto a hacer lo que fuera necesario para rescatarnos de nuestra terrible condición.

Su solución fue la gracia. Dios envió a un Salvador que cargó con nuestros pecados, que se hizo pecado por nosotros, y que sufrió la ira del Padre por esos pecados. Este Salvador era el unigénito Hijo de Dios, quien pagó la deuda que debíamos por nuestras transgresiones pasadas, presentes y futuras —una deuda que nosotros jamás podríamos haber pagado.

Jesús fue el Cordero que derramó su sangre en nuestro lugar —un Redentor que nos rescató de la muerte espiritual y nos hizo aceptables delante Dios. ¿Qué ocurrió? Fue un milagro de vida, un renacimiento para todos los que habríamos de creer, porque una vez estuvimos muertos espiritualmente.

martes, 11 de noviembre de 2014

Los beneficios de la oración

Leer | Romanos 12.10-12

Al Señor Jesús le encantaba hablar con su Padre y buscar siempre la oportunidad de estar a solas con Él. A veces, hablaba con Dios delante de muchas personas, o pedía a algunos de sus discípulos que lo acompañaran a orar. Debido a que oraba con frecuencia, el Señor Jesús seguía la dirección del Padre, participaba de su trabajo, y comunicaba sus palabras.

Cuando tomamos en serio la oración, nuestra intimidad con el Señor crece. Cuanto más escuchamos y hablamos con Dios, más lo conocemos. Todo lo cual nos ayuda a ver al mundo desde una perspectiva divina. Las cosas que importan a Dios se convertirán también en nuestras preocupaciones, y nuestras oraciones reflejarán cada vez más sus intereses. Las oraciones respondidas nos animarán y aumentarán nuestra fe.

Con el tiempo, la disciplina de la oración debe comenzar a tener un efecto purificador en nosotros. El Espíritu Santo pone la verdad de Dios en nuestros corazones cuando permitimos que el estudio regular de la Biblia alimente nuestra comunión con Él. La relación consecuente con la Palabra de Dios nos revelará aspectos personales de carnalidad, y el Espíritu nos dará el poder para cambiar. Además de esto, aprenderemos a reconocer en qué quiere el Señor que nos involucremos, y cómo invertir nuestro tiempo, dinero y dones espirituales en su obra. Por medio de la oración, recibiremos también paz —incluso cuando las circunstancias empeoren o se mantengan iguales (Is 26.3).

Son muchos los beneficios de la oración, pero el más grande de todos es el gozo que proviene de pasar más tiempo con el Señor.

Consagrado a la oración

Leer | Colosenses 4.2-4

Nuestro Salvador, Jesucristo, estuvo consagrado a la oración. Se reunía con Dios temprano, le buscaba en medio de sus ocupados días, y se escabullía por las noches para tener comunión con Él. Sus acciones son ejemplo del lugar que debe ocupar la oración en la vida del creyente.

La oración parecía ser algo natural para  el Señor, mientras que para la mayoría de nosotros representa un gran esfuerzo. El camino a una vida de oración comienza con el firme compromiso de desarrollar el hábito de hablar con Dios, y de hacerlo nuestra prioridad. Podemos lograrlo apartando tiempo cada día para el Señor, y encontrando un lugar donde las interrupciones sean mínimas. Para que esto suceda tenemos que hacer sacrificios —como dormir menos, renunciar a pasatiempos o utilizar la hora del almuerzo para orar. Inclusive, puede ser que algunos padres tengan que recurrir a la ayuda de amigos para que cuiden de sus hijos, y así puedan pasar tiempos a solas con Dios.

Además, nuestra vida de oración debe estar reforzada por las Sagradas Escrituras que nos enseñan acerca del carácter, las promesas y las prioridades de Dios. La Biblia desvía nuestros pensamientos de las preocupaciones mundanas para enfocarlos en el Señor. Leer la Palabra de Dios cada día nos recordará que el Señor es supremamente importante para nuestra vida, y que nuestro deseo debe ser agradarle. Así estaremos preparados para orar de acuerdo con su voluntad, y escuchar lo que Él quiera decirnos. Evalúe el estado actual de su vida de oración, y comprométase a mejorar al menos en uno de los aspectos antes mencionados.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Tú, [...] el que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? (Rom. 2:21.)

Un matrimonio que fracasa pone en entredicho el estado espiritual de los cónyuges. El apóstol Pablo planteó esta seria pregunta: “Si de veras no sabe algún hombre presidir su propia casa, ¿cómo cuidará de la congregación de Dios?” (1 Tim. 3:5). Cuando ambos afirman ser cristianos y aun así su matrimonio falla, quienes observen la situación pueden pensar que en realidad predican una cosa y hacen otra (Rom. 2:22-24). Si dos cristianos bautizados están planeando separarse o divorciarse sin base bíblica, es evidente que algo anda mal en su vida espiritual. Puede ser que uno o quizás ambos cónyuges no estén aplicando los principios bíblicos. Si verdaderamente confiaran en Jehová “con todo [su] corazón”, tendrían que ser capaces de salvar su matrimonio (Prov. 3:5, 6).

martes, 4 de noviembre de 2014

Rahab, la prostituta del linaje de Jesús

En un estudio bíblico estuvimos conversando sobre Rahab, una mujer cuyo futuro fue bendecido por Dios a traves de su Fe.

Estas historias nos demuestran que las grandes personas pueden venir de los lugares menos imaginados por el ser humano, y también, como Dios nos demuestra su amor sin excluir personas en sus propósitos, no importando que hizo o hará.

Esta es la historia de Rahab una adoradora de Jehová Dios, la cual fue salvada por su Fe. (Ver Josué 2:1 en adelante)

Rahab, fue una prostituta de Jericó que se hizo adoradora de Jehová. En la primavera del año 1473 a.E.C., dos espías israelitas entraron en Jericó y se alojaron en su casa. (Josué 2:1) No se dice cuánto tiempo permanecieron allí, pero Jericó no era tan grande como para que tardaran mucho en espiarla.

Aunque en algunos círculos, en especial entre los judíos tradicionalistas, se ha negado que Rahab fuese una ramera o prostituta en el sentido común de la palabra, esta opinión parece carecer de fundamentos. La palabra hebrea empleada es zoh-náh que siempre se refiere a una relación ilícita, bien sea sexual, de infidelidad espiritual,y en todos los casos en los que se refiere a una protituta, se traduce de esta manera, nunca por "posadera", "mesonera" o algo similar. Hay que tener en cuenta que la prostitución no era un oficio mal visto entre los cananeos.

Cuando otros habitantes de la ciudad se dieron cuenta de que los dos invitados de Rahab eran israelitas, se lo informaron al rey, pero ella se apresuró a esconderlos entre los tallos de lino que se estaban secando sobre la azotea, de modo que, cuando las autoridades llegaron para detenerlos, los pudo dirigir a otra parte sin despertar sospechas. Actuar de esta manera, demostró mayor devoción al Dios de Israel que a su comunidad, que se hallaba bajo la condenación divina. (Ver Josué 2:2-7)

No se sabe con certeza cuándo se dio cuenta del propósito de los espías y de las intenciones de Israel con respecto a Jericó. Pero les confesó el gran temor y pavor que existía en la tierra debido a los informes en cuanto a cómo Jehová habia salvado a Israel en diversas ocasiones durante los pasados cuarenta años. Rahab pidió a los espías que le jurasen que conservarían vivos tanto a ella como a toda su familia: padre, madre y todos los demás. Los hombres accedieron a condición de que reuniesen a toda su familia en su casa, colgase un cordón escarlata de la ventana y guardase silencio respecto a la visita; Rahab prometió cumplir con todas estas condiciones, volvió a protegerlos, les permitió escapar por una ventana (la casa estaba situada sobre el muro de la ciudad) y les dijo cómo podrían eludir a sus perseguidores, que habian salido hacia los vados del Jordán. (Josué 2:8-22)

Los espías comunicaron a Josué todo lo que habia sucedido. (Josué 2:23,24) Cuando cayeron los muros de Jericó, la casa de Rahab, que quedaba "en un lado del muro", no fue destruida. (Josué 2:15; 6:22). Josué ordenó que mantuvieran con vida a la familia de Rahab, y los mismos dos espías la llevaron a salvo. Después de estar aislados del campamento de Israel durante cierto tiempo, Rahab y su familia tuvieron permiso de morar entre los israelitas. (Josué 6:17,23,25) Esta ex prostituta pasó a ser la esposa de Salmón y la madre de Booz, de la línea real de antepasados de los reyes davídicos. Es una de las cuatro mujeres mencionadas por nombre en la genealogía de Jesús que se registra en Mateo. (Mateo 1:5,6; Ruth 4:20-22)

Este es un ejemplo sobresaliente de alguien que, aunque no era israelita, demostró por sus obras una fe enorme en Jehová. Pablo dice "Por fe Rahab la ramera no pereció con los que obraron desobedientemente, porque recibió a los espías de manera pacífica". (Hebreos 11:30,31).

Alabemos al Dios del Universo

Salmos 95:1-2 TLA

¡Vamos, cantemos con alegría! ¡Alabemos a nuestro Dios! ¡Él nos salva y nos protege!  ¡Vayamos a darle gracias! ¡Cantémosle himnos de alabanza!