miércoles, 12 de noviembre de 2014

Salvos por Gracia, un regalo divino

Leer | Efesios 2.1-10
¿Por qué razón tantos que han puesto su fe en Jesucristo se sienten derrotados? Puede ser porque no han llegado a entender, por completo, lo que sucedió cuando fueron salvos. O porque quizás, estén tratando de entender lo que significa ser salvos de verdad.

Desde la perspectiva de Dios, antes de que confiáramos en Cristo como nuestro Señor y Salvador, estábamos muertos en nuestros pecados (Ef 2.5), bajo su ira (Jn 3.36), y condenados a la separación eterna de Él (Ap 20.15). Nos veía como personas que merecían la condenación, y cuyos esfuerzos eran inútiles contra la ira divina —como rebeldes incapaces de volvernos a Él, de no ser por la obra del Espíritu Santo.
Dios nos veía como desvalidos e irremediablemente perdidos. Era evidente que se necesitaba algo superior a nosotros para hacernos aceptables a sus ojos. Y Dios nos amó tanto que estuvo dispuesto a hacer lo que fuera necesario para rescatarnos de nuestra terrible condición.

Su solución fue la gracia. Dios envió a un Salvador que cargó con nuestros pecados, que se hizo pecado por nosotros, y que sufrió la ira del Padre por esos pecados. Este Salvador era el unigénito Hijo de Dios, quien pagó la deuda que debíamos por nuestras transgresiones pasadas, presentes y futuras —una deuda que nosotros jamás podríamos haber pagado.

Jesús fue el Cordero que derramó su sangre en nuestro lugar —un Redentor que nos rescató de la muerte espiritual y nos hizo aceptables delante Dios. ¿Qué ocurrió? Fue un milagro de vida, un renacimiento para todos los que habríamos de creer, porque una vez estuvimos muertos espiritualmente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario